Centurion by Simon Scarrow

Centurion by Simon Scarrow

Author:Simon Scarrow
Language: pt
Format: mobi, epub, pdf
Publisher: Desconocido
Published: 2010-09-22T20:00:00+00:00


- Habéis hecho un trabajo extraordinario, caballeros -dijo el general Longino-. A la mejor usanza militar. No os quepa duda de que mencionaré vuestros logros cuando informe a Roma.

- Gracias, señor -respondió Macro.

Se hallaban en la cámara de audiencias del monarca en la ciudadela. El rey Vabathus y sus consejeros habían regresado con los mercenarios griegos al confortable alojamiento del palacio real situado en el otro extremo de la ciudad. Primero Su Majestad había dado las gracias al general Longino efusivamente y luego había abierto la ciudad a su ejército, en parte respondiendo a un deseo de consolidar su amistad con Roma pero principalmente para vengarse de aquellos habitantes que habían dado apoyo a Artaxas, o que no habían hecho nada por resistirse a él. Longino le había agradecido la oferta pero la había declinado, pues no podía permitirse el lujo de dejar que su ejército se pusiera en una situación comprometida bebiendo y saqueando. En cuanto finalizó su reunión con el monarca, Longino había concertado un encuentro con los dos oficiales al mando de la columna avanzada. Ya los había felicitado previamente junto con Sempronio y su personal y ahora era momento de volver al trabajo.

- Según vuestro informe, el príncipe Artaxas abandonó la ciudad ayer por la noche. Nos llevará unas quince o veinte millas de ventaja. Mi intención es salir tras él en cuanto mi columna se haya reabastecido de agua y comida. Me arriesgué a dejar casi todo el bagaje atrás, en Calcis, para así poder llegar a Palmira lo antes posible. Seguiremos adelante con lo que podamos llevar. Cuando alcancemos a los rebeldes los aniquilaremos. Tendríamos que poder competir fácilmente con el príncipe Artaxas y su variopinto ejército. Cato no tenía dudas al respecto. Longino había traído consigo dos legiones, la Décima y la Tercera, así como varias cohortes auxiliares. La Sexta se había quedado a defender la provincia. Sólo una cosa preocupaba a Cato en cuanto a la composición del ejército de Longino y se aclaró la garganta para hablar.

- ¿Señor?

- ¿Sí, prefecto?

- El príncipe Artaxas dijo que un ejército parto se hallaba a unos dos o tres días de marcha de Palmira. Eso fue ayer. Si decía la verdad corremos el riesgo de alcanzarle después de que haya unido sus fuerzas con los partos.

Longino asintió con la cabeza.

- Tanto mejor. Mis espías me han informado de que los partos no podrán alinear un gran ejército hasta dentro de unos cuantos meses. Aplastaremos a los rebeldes y al mismo tiempo daremos una lección a los partos. Una vez derrotados pasarán muchos años antes de que se atrevan a inmiscuirse en los asuntos de Pal-mira.

- Estoy seguro de que tiene razón, señor. Si los derrotamos.

- ¿Si? -Longino sonrió-. ¿Dudas que derrotemos a los partos?

- No, señor. Por supuesto que no, siempre que tomemos las precauciones adecuadas.

- ¿Precauciones? ¿A qué precauciones te refieres, prefecto?

Cato hizo una breve pausa para considerar la mejor manera de plantear sus preocupaciones. El general Longino cambió el peso de su cuerpo de un pie a otro, impaciente.



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